Cuando pierdo mi dama en una partida de ajedrez;
me siento derrotado, desprotegido, desorientado…
Casi sin fuerzas para seguir luchando,
porque se pone todo cuesta arriba
y mi derrota se hace inminente,
generalmente inevitable.
Así también en la vida real
dependemos desde el principio
de una mujer,
dentro de la cual empieza nuestra existencia…
Nos cuida y nos protege hasta que somos adultos.
Entonces nos enamoramos de otra dama…,
a quien nos aferramos
y nos hacemos tan dependientes de ella;
que cuando no la tenemos…,
perdemos también la partida
que jugamos en el tablero de la vida.
me siento derrotado, desprotegido, desorientado…
Casi sin fuerzas para seguir luchando,
porque se pone todo cuesta arriba
y mi derrota se hace inminente,
generalmente inevitable.
Así también en la vida real
dependemos desde el principio
de una mujer,
dentro de la cual empieza nuestra existencia…
Nos cuida y nos protege hasta que somos adultos.
Entonces nos enamoramos de otra dama…,
a quien nos aferramos
y nos hacemos tan dependientes de ella;
que cuando no la tenemos…,
perdemos también la partida
que jugamos en el tablero de la vida.
De: Jacob Neruda Unamuno.